ENSAYO #3
2015
Acrílico sobre lino – Acrylic on linen
250 x 215 cm
ES
En cambio, Laura González Cabrera, nacida en Las Palmas de Gran Canaria, España, en el año 1976, no elige el barroquismo para desarrollar su trabajo, sino la economía de recursos cromáticos que la palabra engaña como potens. Sobre esta metáfora he hablado en varias ocasiones, pues Laura encierra en su trabajo la combinación estructural que todo escritor (pos-Kosuth) con manía de grandeza hubiese querido ser, porque ella elige economizarlo todo, como si concentrara el potens poético en la fuerza que emerge del misterio de la luz hecho color, y como si convergiera en ese misterio el poder de las letras para describir un enigma.
González decodifica sus obras para crear un abecedario cromático escritural único, personalísimo, tan personal que ciertamente solo ella conoce con certeza, pues trueca el sentido descriptivo de la caligrafía y el sentido luminiscente del color en sí, entre otras cosas, porque lo traspasa, «acuarelándolo».
De este modo, Laura evita la simplificación representacional de «pintar por pintar», haciéndose una meticulosa «artista de y para artistas»; porque al arte es a quien se enfrenta, al arte y a las palabras que alrededor del arte se arguyen, sean estas poéticas o no, ensayísticas o especulativas, conversacionales o confesionales.
Y aquí, en esta dicotomía, crea un puente, un intervalo, un nexo intermediario que la diferencia, la hace una creadora singularmente desvinculada de su generación pero sí conectada con la universalista «abstracción narrativa» de los últimos años en boga, aún cuando lo que esté en boga a la artista poco le importa, ya que solo le importa la concreción de su enigmática lengua propia, es decir, su impar lenguaje, esta vez, no barroco.
ENG
On the other hand, Laura González Cabrera (Las Palmas de Gran Canaria, Spain, 1976) did not choose the road of baroque to develop her work, but rather a recourse to chromatic economy that the word disguises as potens. I have addressed this metaphor on several previous occasions, because Laura’s work contains the structural combination that any (post-Kosuth) writer with delusions of grandeur would have loved, because she chooses to economise everything, as if she concentrated the poetic potens in the strength that emerges from the mystery of light made colour, and as if they were to converge in that mystery of the power of words to describe an enigma.
González decodes her works in order to create a highly personal, unique, writerly and chromatic alphabet, so personal that only she can fully know it with any certainty, as she barters the descriptive sense of calligraphy for the luminescent sense of colour, among other things, because it goes beyond it, watercolouring it.
In this way, Laura eschews the representational simplification of “painting for painting’s sake”, turning herself into a meticulous “artist of and for artists”; because it is art that she confronts, art and the words that accumulate around art, be they poetic or otherwise, essayistic or speculative, conversational or confessional.
And therein the dichotomy, a kind of bridge, an interval, an intermedial nexus that differentiates her, that makes her an artist uniquely disconnected from her generation yet at once connected with the universalist “Narrative Abstraction” in vogue in recent years, even though the artist cares little for what is in vogue, because she is only concerned with the concretion of her own enigmatic language, in other words, her uneven and this time non-baroque language.