Image_002

Marina Vargas


NOLI ME TANGERE 2/3

2008 – 2009

Lambda sobre papel fotográfico montado en Dibond — Lambda print on photographic paper on Dibond

118 x 84,5 cm


ES

Image_006

Con una carrera también desequilibra las etiquetas nacionales, Marina (Rodríguez) Vargas es una de las jóvenes creadoras españolas con más proyección internacional desde suscomienzos. Dueña de un imaginario personalísimo donde se sincretizan los saberes religiosos populares de su Andalucía natal —nació en Granada en el año 1980—, los cultos afrotransatlánticos y la cultura pop, así como la herencia barroca española, Marina ha activado un dispositivo de significación de sentido que se convierte en una maquinaria de epatar el ojo humano. No conozco a nadie que haya quedado inmune ante sus creaciones, ya sea porque las amas o porque las repudias, ella no te deja opción a dejarlas pasar desapercibidas, pues lo que ansía es que experimentes junto con ella un estremecimiento, un temblor.

Vibración que se siente en toda su obra desde su temprana etapa de formación en la universidad de su ciudad natal, en sus primeras obras performáticas donde el cuerpo femenino es utilizado como soporte de extremas experiencias sensoriales de un fuerte impacto simbólico. Y hablando de impactos fuertes, tras licenciarse en Bellas Artes y recibir una beca para pasar una temporada de autoformación profesional en Venezuela, la práctica cotidiana de la violencia cambia toda la producción de Marina, enfocándola hacia la imperfecta y sorpresiva presencia de la muerte en nuestras mundanas vidas. De ahí sus fotografías de descarnadas prácticas ritualistas melodramatizadas frente a la lente; de ahí sus armas adornadas para que el ojo altere su enunciado; de ahí sus esculturas tatuadas de amor y dolor, porque de ese lapsus del amor y el dolor, la vida pende como un nexo, antes de que la muerte llegue.

ENG

Image_006

With a career that also upsets national tags, Marina (Rodríguez) Vargas is one of the young Spanish artists that has garnered most international attention right from her beginnings. In possession of a highly personal imaginary that syncretises popular religious expressions from her native Andalucía—she was born in Granada in 1980—with Afro-transatlantic cults and pop culture, as well as the Spanish baroque legacy, Marina has activated a mechanism of signification of meaning that is transformed into a machinery for dumbfounding the human eye. I know of no one that has remained immune to her creations. You either love them or them, but she leaves you no option to ignore them, because what she is really after is to encourage you to share the sensation of shuddering and trembling that she herself experiences.

This vibration is given off by all her work ever since her early training at the university in her home town, in her first performative works in which she used the female body as a support for extreme sensorial experiences with a strong symbolic impact. And speaking of strong impacts, after graduating in Fine Arts and being awarded a scholarship to spend a period of professional self-training in Venezuela, the virtual everydayness of violence changed her whole production, shifting the focus toward the imperfect and surprising presence of death in our daily lives.

Therein her photographs of stark ritualistic practise melodramatised in front of the camera lens; therein her decorated arms that force the eye to alter their statement; therein her sculptures tattooed with love and pain, because from this instance of love and pain, life hangs like a nexus, before the arrival of death.

RED HOT